martes, 25 de mayo de 2010

EL GRAN EVENTO

Hola, hace tiempo que tengo abandonados mis blogs, cosas de adultos irresponsables. Por eso he decidido regresar por el infantil, con un cuento de los viejos.

EL GRAN EVENTO


_ Buenas noches amigos, estamos aquí transmitiendo desde Ciudad Maldades el gran evento deportivo del año. Desde el gran centro de deportes "Morgana". Hoy se presentará la gran pelea. Dentro de breves instantes cruzarán sus maldades sobre el cuadrilátero la bruja Gatunda Nariz de Trueno y el güije Celedonio. Sobre este evento existen chismes, claro si no los hubiera no estaríamos en Maldades. Se comenta que además de espíritu deportivo hay rencillas personales.
No estamos seguros, pero Songo le dio a Borondongo, porque Borondongo le dio a Bernabé. Y Bernabé es primo de Celedonio, mientras que Borondongo, según nos ha llegado de fidelísimas malas lenguas, tiene ciertos amoríos con Gatunda. La multitud está enardecida. Nos han llegado noticias de que hay cientos de personas afuera. Un grupo porta pancartas en las que se lee "El administrador vendió las entradas a sobreprecio".
Podemos apreciar en las cámaras el barullo que hay en la puerta. Aquí entre nosotros, me parece que el espectáculo deportivo ciertamente va a ser afuera. El centro tiene un lleno completo. Hay bicharracos y mounstricos hasta en los pasillos y barandas.
Ya van entrando los contrincantes. El güije viste, perdón más bien desviste en rojo. No está muy acostumbrado a la ropa. Nariz de Trueno se ha puesto una túnica azul, sombrero de punta en negro y zapatillas moradas. La escoba es normal, color madera. Entran en el cuadrilátero. Los ayudantes también suben, pero se quedan del otro lado de las cuerdas. Eso no le gusto a Comadre Urraca que está en la esquina de Gatunda. Imagínense la dejaron fuera, y ella siempre quiere estar en todas. El otro ayudante de la bruja es el Cuervo Tuerto. Mientras que tras la esquina roja estará Madre de Aguas, una culebra enorme, y Doña Jicotea Tea, castigada a estar en Ciudad Maldades por subirse a la azotea donde canta y taconea. Como tercer hombre en el ring, más bien segundo, porque la bruja está horrible, pero es del sexo femenino, estará Duende Verde. Y para continuar narrando el combate los dejamos en silbido y chisme de nuestro colega Víboro Venenoso.
_ Bien ya se acercan al centro del ring, se saludan.
_ ¿Cómo andan por tu casa?
_ Bien, ¿y en la tuya?
_ Comienza el combate. El güije toma la ofensiva, se acerca sorpresivamente y le echa un chorro de agua, que llevaba en la boca, a Gatunda en la cara. La bruja se encoleriza, obliga a su escoba a dar un giro de 180° y golpea a Celedonio con las cerdas de la escoba en pleno rostro. El güije se recupera y riposta lanzando una tilapia que logra tumbarle el sombrero a la bruja. Nariz de Trueno le echa tres maldiciones y un gato negro. Celedonio responde que para prieto él y trata de meterle una de sus trenzas en un ojo a Gatunda. Ella se eriza, no llega al piso, pero si se agacha. La varita mágica se le había caído. El árbitro le señala que no puede bajar la cabeza. Gatunda le increpa que a él no le importa. El Duende se pone verde, es decir más verde y dice que allí las órdenes las da él. Güije se ha recostado a las cuerdas para no perderse el espectáculo.
El público aplaude estrepitosamente, le piden al duende que pelee. No esquives tanto- le gritan. El Verde se vira hacia las gradas buscando con quién fajarse. Suena la campana. Y los púgiles van hacia sus esquinas.
_ Dime Venenoso qué opinas de la pelea hasta este momento.
_ Hacia rato no veía un chanchullo de altura. La bruja se ve en magníficas condiciones. Celedonio, aparte de andar desnudo, ha estado estudiando a su oponente. En cualquier momento desaprueba. Y al duende le veo la guardia muy baja, tiene que cuidarse de los golpes dirigidos al rostro.
_ Y he aquí que se reanuda el combate. El árbitro detiene las acciones. Ha mandado a limpiar la esquina azul que está llena de sapos y culebras. Güije debe cuidarse, todo parece indicar que hay pocionazo por medio. Se inician las acciones en este segundo round. Gatunda se baja de la escoba y la coge entre sus manos, tratando de sonarle un par de escobazos a Celedonio. El güije se lanza hacia delante intentando el combate en la corta distancia. Aquí se agarran, están abrazados en el medio del ring. El duende da vueltas a su alrededor, en cualquier momento se marea. Continúan abrazados, se besan
_ ¿Se besan?
_ Sí se están besando. El Duende Verde se enfurece y suspende el combate. Bueno y hasta aquí la pelea del día de hoy. Y si lo que habían dicho era cierto, Borondongo, si estás mirando el combate ya sabes, te quedaste sin maleficios para hoy.
Y ahora trasladamos nuestras cámaras y micrófonos hacia la puerta a ver si todavía queda alguna peleíta decente.

martes, 16 de junio de 2009

CONCIERTO PARA GRILLO

Hace unos días vino a vivir en mi habitación un grillo. Cómo llegó al último cuarto de un antiguo apartamento en el segundo piso de un edificio que se halla en el mismo centro de la ciudad, es un misterio. Tal vez es un grillo errante, o quizás llegó de polizón dentro de la mochila de mi tío el Viajero.
Lo cierto es que ahí está, compartiendo mi desorden con Pussi y Peluso, un par de ratones grises que tienen su cueva en el marco de la puerta que comunica mi cuarto con el comedor. Dicho sea de paso la pareja de roedores pidió permiso para mudarse aquí, lo que no aclararon fue lo de su descendencia. Ahora son cerca de una docena de ratoncitos que se la pasan correteando por toda la casa. Suben por el cable de la antena del televisor, dan saltos y juegan por todo el patio formando un barullo de altura.
Pero volvamos a Cunegundo Segundo. Ese fue el nombre con el que bautizamos al señor grillo. Al principio quise ponerle Paganini, por lo de los conciertos después de medianoche (no es que Paganini fuera trasnochador, es la diferencia de hora con Italia, allá es de mañana cuando aquí andamos por el quinto sueño). Después pensé que por el bien de la carrera del grillo no debía nombrarlo así porque alguien podría censurarlo. Se imaginan, el grillo con una gran X roja sobre su cuerpo. Eso no vendría bien con su imagen artística, sin contar los carteles por todos los cuartos:

NO SE ADMITEN FALSOS CONCERTISTAS

Por fin, después de una veintena de nombres, posibles instrumentos para el fracaso de este aspirante a la sinfónica montuna, me decidí por Cunegundo II el Obstinado. Esto último se debe a que no es tan bueno con el violín, si alcanza tocar más de dos notas en una madrugada es un logro, pero empecinado sí es. Se la pasa ensayando la noche entera a riesgo de que lo declare grillo no grato en mi cuarto.
En las últimas semanas han aparecido carteles anunciando sus conciertos. Sospecho que para esto ha utilizado la complicidad de la familia Pusi-Peluso que son más arriesgados y se atreven a dejarse ver de día. Las trasnochadas y la vida bohemia de Cune no le permiten abandonar su sueño durante el día. Para colmo últimamente se las daba de galán. Tenía cinco cucarachas fanáticas a la música que no se perdían un concierto. Una noche al encender la luz las sorprendí embobecidas mientras el concertista demoraba su actuación con el pretexto de afinar su instrumento. ¡Vaya descaro! El cuarto corría el peligro de superpoblación y hambruna porque ya no alcanzaban las migajas que robaba de la mesa para alimentarles. Pero él hacía oídos sordos de mis protestas. Claro, con la emoción de tener público tocaba aún más alto. Tuve que hablar seriamente con él por las protestas de los vecinos.
Las cosas no iban sobre ruedas pero nos soportábamos. Él no decía nada del olor de mis tenis viejos, donde se ocultaba por el día, y yo no le comentaba lo de su desafinación, aunque en ocasiones tuve que taparme los oídos con algodón para conciliar el sueño.
El desastre fue ayer. Cuando se marchó esta mañana caminaba cabizbajo, y hasta me miro con tristeza. Y eso que le juré que no era mi culpa. Casi muere aplastado. Por suerte sólo hubo que lamentar la rotura del violín. Por mucho que se moleste, la culpa es de él, sabiendo que mi chancleta es rumbera se puso al lado de ella al empezar a tocar.

viernes, 26 de diciembre de 2008

LA ESCOBA VERTIGINOSA


Un momento, aquí hay un error. La escoba no era veloz. Sólo alcanzaba los ciento veinte kilómetros por hora en vuelo rasante, porque ¿volar alto?. Eso ni se les ocurra. La escoba lo que era realmente es vertigonosa. Tenía pánico a las alturas. Apenas Catalepsia, la bruja que era su dueña, intentaba remontarse a una altura mayor que la de un niño de siete años a la escoba le entraba un mareo horrible. Incluso en una ocasión las náuseas fueron tan fuertes que se le revolvieron todas las cerdas.
Catalepsia estaba horrorizada. Cada bruja tiene que hacer su propia escoba y entrenarla para el vuelo. Si la escoba no aprende es culpa de su dueña. En el Festival de Acrobacia Aérea que se celebra anualmente en Hechizolandia, cada bruja tiene que hacer demostraciones de habilidades en pleno vuelo. Y quién iba a reconocer habilidades volando a la altura de un perro con problemas en la columna.
Después de dos semanas de insultos, que no repetiremos aquí para no ofender los oídos de los lectores, la bruja decidió emplear un par de conjuros del Libro de Alta Brujería. Se encaramó sobre el escaparate por si la escoba corcoveaba o tiraba patadas, y desde allí dijo las palabras mágicas: "Ainadar, Ainadar, Bradasar, vas a volar". Tremendo lío. La escoba salió disparada a velocidades casi lumínicas a una altura de cincuenta centímetros del piso. No quedó silla de pie, pomo con tapa, ni cacerola que no se volcara. El gato negro, que tenía para la mala suerte, salió dejando tras de sí parte de los pelos de cola. Al volcarse la cacerola, donde se preparaba un maleficio que haría que Ricitos de Oro no pudiera tomar más sopa, se mezcló con otro ya hecho para provocar una plaga de cucarachas. Resultados, una plaga de cucarachas a dieta.
Cuando la escoba se cansó de arremeter contra todo lo que se encontraba a la altura de su vuelo, aterrizó tranquilamente detrás de la puerta. Catalepsia indignadísima, comenzó a repasar nuevamente el Libro de Alta Brujería para ver donde estaba el error. Las palabras estaban bien dichas, el tono fue el adecuado. ¿Dónde estaba el fallo?
¡Claro! El problema de la escoba no era volar, sino la altura. Dentro de las palabras mágicas dichas no estaba el lograr que subiese, sólo que volara. Y la escoba lo había hecho. Además logró velocidades que hasta ahora no alcanzaba. Catalepsia se sentó con calma sobre la mesa, todas las sillas quedaron destrozadas, se puso entre las piernas el libraco y siguió buscando. En la sección de Conjuros no encontró nada. Siguió para la de insultos y nada tampoco. Pasó por alto la parte de guía telefónica porque para qué, en esa parte del bosque las comunicaciones eran pésimas. Llegaba más rápido un mensaje enviado con la tortuga que una llamada por teléfono. ¡Ah! Aquí está. Sección de hechicerías, páginas moradas. Hechizo para el crecimiento de la nariz de Pinocho, hechizo para desrizar a Ricitos de Oro. Este otro era para que la abuelita le produjera indigestión al Lobo. Aquí, hechizo para volar alto.
"Tómese dos alas de murciélago, cuatro plumas de tiñosa, dos de pitirre (por aquello de que por mucho que el aura vuele siempre el pitirre la pica), polvos de dientes de dragón, si el dragón que tiene a mano es muy viejo pueden utilizarse polvos de su prótesis. Póngase a hervir a fuego intenso y cuando casi esté a punto añádale dos libras de aires estratosféricos".
Por suerte los ingredientes los tenía a mano. Bueno el aire era un poco añejo, regalo de Cantoya cuando viajó en su globo. La bruja dispuso todos los ingredientes y al cabo de media hora ya tenía la poción que la haría triunfar. Agripina y Gumersinda se morirían de envidia en el Festival de Acrobacia Aérea.
Por fin llegó el ansiado día. Todas las brujas y magos de Hechizolandia estaban en la gran Explanada Fangosa. El Festival comenzó con saltimbanquis, después jóvenes aprendices de hechiceros mostraron juegos de manos. Las futuras brujas iban de un lado a otro tratando de aprender los trucos de los mayores. Ya casi al anochecer se comenzó a preparar la actividad principal del día, los vuelos con acrobacias.
Catalepsia era la segunda en la demostración de habilidades. Mientras Agripina hacia sus piruetas en el aire, secretamente, untó su escoba con la poción mágica. La escoba comenzó un leve movimiento de ascenso. En ese momento se le ocurrió la gran idea. Mezclar la poción con las palabras mágicas. Se paró junto a su escoba, miró a todos con aire triunfal, y exclamó: "¡Ainadar, Ainadar, Bradasar, a volar!". La velocidad de la escoba hacia arriba fue tan grande que Catalepsia se quedó con la pierna derecha en el aire y el cuerpo echado para atrás, pero sin la escoba debajo. Esto provocó que cayera de espaldas, dándose tremendo golpe con el suelo, mientras la escoba que siempre padeció de vértigo se fue perdiendo de vista.
La vergüenza de la bruja fue enorme. Tuvo que marcharse de Hechizolandia, aunque en este momento nos han llegado noticias de que está siendo buscada. Quieren los habitantes que responda las demandas que han hecho los marcianos por la caída de un objeto volador no identificado sobre su planeta y que parece ser un ataque realizado desde el país de las brujas.

jueves, 29 de mayo de 2008

LOS ECOS



Y de rubíes y de perlas
Era la puerta del palacio,
De donde como un río fluían,
fluían centelleando
los Ecos, de gentil tarea,
la de cantar con altas voces
el genio y el ingenio
de su rey soberano.

Edgar Allan Poe
La Caída de la Casa Usher
El Rey de los Ecos tenía tres súbditos, el Eco Grande, el Mediano y el Pequeño. Vivían todos en un palacio en lo alto de las montañas, y desde allí llegaban sus voces. Repetían todos los sonidos del mundo. Desde el susurro de las hierbas hasta el grito de las grandes aves.
Claro que la obediencia no andaba bien del todo. El más pequeño de los Ecos últimamente se escapaba a trocar sonidos. Si cantaba un ave, él respondía con el maullido de un gato, cuando caía el agua en la cascada, él repetía el chirriar de los grillos.
Todos los seres del monte estaban preocupados. Una banda de tomeguines en pleno fue a ver al foníatra, pues creyeron que su canto sonaba como berridos de chivo. Otros se sentían encantados. El burro por ejemplo creía que su rebuzno era un rugir de león. Un puerco tuvo que ir al psiquiatra por trastornos de personalidad.
Aquello era una total confusión. Los gallos cantaban toda la noche porque oían su eco como el ulular de los búhos. La Jicotea no se atrevía a abrir la boca por miedo de croar. Las ranas por el contrario no estaban en silencio un momento, pues se deleitaban con su eco a ruiseñores.
Y llovieron protestas, reclamaciones, y se elevaron quejas a la instancia superior. Sobre el palacio caía una granizada de cartas, memorandums y hasta algún que otro papel no tan bien escrito. Se tuvo que contratar secretarios para leer y tratar de resolver las reclamaciones. En ese instante el Rey decidió tomar cartas en el asunto. Había demasiadas por leer y los secretarios no bastaban.
Se convocaron a los tres súbditos a palacio y se reunieron en el salón de actos. El Rey se sentó en su trono y comenzó la sesión.
_ Los he llamado- dijo- porque existe un gran nivel de confusión.
_ De confusión- repitió Grande.
_ Confusión- fue la voz de Mediano.
_ Fusión, jazz, rock and roll- soltó Pequeño.
_ And roll- dijo Mediano.
_ Roll- se le escapó a Grande.
_ ¡Silencio!- se enojó el Rey.
_ Silencio- en un tono más bajo dijo Grande.
_ Lencio- habló tímidamente Mediano.
_ Sió- rió Pequeño.
_ Conociendo al culpable de este barullo
_ Este barullo
_ Barullo
_ ¿Yo? concluyó Pequeño
_ Dictaré la sentencia
_ La sentencia
_ Tencia
_ ¡Ah!
El Rey se puso morado ante esta salida de Pequeño, y sentenció con un refrán, como era costumbre en esa época.
_ La mula que corcovea
_ Corcovea
_ Vea
_ No sirve pa’carretón- finalizó Pequeño.
A lo que repitieron sus hermanos mayores.
_ Carretón
_ Retón
_ Tontón- culminó el Rey.
Y decidió que no era saludable tenerlos juntos y envió a Grande a vivir entre los barrancos de las montañas. A Mediano le dio las cuevas. Pequeño en cambio, por haber formado toda la confusión y barullo, lo convirtió en el espíritu burlón de los montes.

miércoles, 16 de abril de 2008

UN VAMPIRO EN EL TROPICO

¿A quién se le habrá ocurrido poner un vampiro en un cuento que ocurre en un país tropical? Los autores en ocasiones son tontos de remate o la imaginación les sube más alto que el globo de Matías Pérez. Por cierto, ese es otro personaje que ha sufrido bastante en la pluma de algunos. La última vez que lo vi andaba con extraterrestres.
Volviendo a mi problema, no gano para pagar psicólogos. Y está además lo de convencerlos para que me atiendan de noche. El primero se quedaba dormido siempre a las 10:00 p.m., justo cuando llegaba a la parte en que le contaba como mi autor me describía.
Al segundo cuando le decía que era el personaje de un cuento, se emocionaba y me hablaba de su obsesión. Se creía el príncipe que despertaba a Blancanieves. Vaya príncipe, la bruja se hubiera espantado de sólo verlo. Bajito, calvo, nariz prominente, los dientes le sobresalían como cinco centímetros de la boca y la barriga como metro y medio por delante del cuerpo. Con los espejuelos que usaba no es de dudar que confundiera a Blancanieves con uno de los siete enanitos.
El tercero me decía que mi trauma venía de la falta de juguetes en la infancia, y de las burlas de los demás niños por mis colmillos grandes. Incluso inventó apodos que decía me habían puesto mis compañeritos de aula. Si le explicaba que el autor del cuento donde yo aparezco me había creado ya adulto, se reía. Me quería hacer creer que había olvidado mi infancia por lo difícil. Después me enteré de sus intentos de convencer a Genaro de la inocencia de la mula en el delito de tumbarlo.
¿El cuarto? Bueno del cuarto no me acuerdo. Así fui pasando de psicólogo en psicólogo hasta que me aburrí de ellos. Claro lo peor no es eso. Lo malo del asunto es el calor. Aquí no hay quien se ponga frac y capa. Aparte de lo ridículo que se ve uno, las chifladuras de los jovencitos y las risas de cuanta persona me ve, está el calor. El verano pasado por poco me desmayo.
Hablando de verano, esa es otra que no soporto. Esos horarios en que anochece tan tarde. Si salgo antes de las 8:00 p.m. el Sol me achicharra. Amanece tan tarde que si me descuido los ómnibus se llenan de gente y no puedo atrapar ninguno a tiempo para llegar a mi ataúd.
Nada que mi autor no tiene ningún tipo de consideración conmigo. Los vampiros somos de parajes tenebrosos, con nubarrones oscuros, castillos horrendos y mucha oscuridad. Y mi autor nada más y nada menos quiere que vaya a la playa de día. ¡¡¡De Día!!! ¡¡¡HORROR!!! Quiere además que no me enamore de la muchacha del cuento y por último me pone a vivir en un apartamento moderno.
No hay respeto por el vampirismo. Apenas intente continuar el cuento le voy a chupar la tinta al bolígrafo para que quede inconc...

sábado, 22 de marzo de 2008

Paola y el teléfono (Destinatario Dragón)


Ring... Ring... Ring... Ring...


- ¿Sí?
-...
- Sí, es mi casa
-...
- No, mi mamá no está
-...
- No sé, ella tuvo que correr con Tito que se cayó de la mesa por estar de goloso, claro que no era por una cebolla, porque a él no le gusta su olor, fue por una posta de pollo, pero no se la pudo comer ya que se asustó cuando entró el abuelo y por tirarse rápido se lastimó una pata.
-...
- No, mi papá aún no regresó de la escuela porque tenía que ayudar a unos alumnos que no entendieron bien la clase, seguro que no atendieron bien o no hicieron las tareas, yo siempre las hago, claro que en ocasiones quien me ayuda es él, o tía Ivet cuando son ciencias naturales o artísticas porque mi papá dice que nació con dos manos izquierdas para el dibujo.
-...
- Bueno adultos no, Medusa es un año mayor que yo, y no sé si usted entendería sus maullidos por teléfono, tal vez los confunde con ruidos.
-...
- Si, estoy solita pero yo sé comportarme, mi papá dice que soy más formal sola que acompañada, yo no lo entiendo, ¿usted podría explicármelo?
-...
- Es una lástima, me gustaría entender todo lo que hablan los adultos, pero son tan complicados.
-...
- ¿Qué no tanto? Eso porque usted no ha visto a mi tía Clara, bueno en realidad no es mi tía sino una amiga de mi mamá, en esta semana ha venido dos veces llorando por separarse del novio y diciendo que no lo soporta, sin embargo al día siguiente yo la he visto ir a su casa y salir de brazos con él. Lo soporta, o no.
-...
- ¿Ya va a colgar? ¿Por qué tan pronto? Bueno fue un placer hablar con usted, saludos a su familia. Chao.
Click
- Hola mamá que bueno que llegaste, hace un momento te llamó alguien muy agradable que no sé quien era.

jueves, 13 de marzo de 2008

LA IMAGINACION


Triste sobre la azotea del edificio, Paola miraba las formas de las nubes que esta vez se les antojaban ajenas. No había patos, ni niños, ni hombres con sombrero, ni elefantes, ni siquiera la tonta silueta del camello. Las nubes corrían lentas y abajo el mar se rizaba tan solo de cuando en cuando al pasar la barrera de arrecifes donde la semana pasada se pinchó con un erizo. Claro que terminó en la pecera acompañando la estrella de mar, el caracol y el aguamala que atrapó papá, el dragón verde y refunfuñón, que anda quisquilloso últimamente, como diría el abuelo. Por cierto, se ha asomado ya dos veces por la escalera, pero la cara de la niña lo ha hecho desistir en llamarla. Cuando la pequeña princesa está así es mejor dejarla sola un rato. Una vez que se le pase irá sola a la sala, tomará un papel y le escribirá una carta a su papá y nos enteraremos cual es el embrollo que trae en su cabeza.
Mientras, sentada sola sin acercarse al borde del techo, la niña deja correr su pensamiento buscando su, perdida imaginación. Abajo en el banco, bajo la sombrilla de cemento, un anciano también mira el mar, en ocasiones espumoso, y se salpica con el chocar de las olas contra el muro del corto malecón con escaleras a intervalos, para que los bañistas puedan entrar en la pequeña playa.
Paola mira un momento al hombre y enseguida trata de concentrarse nuevamente. Pero algo, tal vez los cuadros de la camisa azul que contrasta con el mar, o la blancura del cabello le hacen volver a observar al anciano. Que en este instante, como si presintiera la mirada de la niña, gira lentamente su cabeza y mira hacia la azotea. Paola cree que si uno mira fijamente a otra persona, esta se da cuenta; y a pesar de la distancia su vista se detiene en los ojos del viejo. Y los siente azules y profundos como la entrada de un castillo protegido por un dragón bueno; donde la princesa, una dulce niña que casualmente se llama como ella, esperaba la llegada del pequeño caballero. Puede ser Joan, montado sobre un unicornio y acompañado del feroz mastín Tito (Paola nunca ha visto un mastín pero lo imagina muy fiero), mientras esa nube, terrible oso, avanza sobre la azotea del castillo donde ha huido, ya que el dragón salió a educar jóvenes caballeros. La princesa recuerda entonces el conjuro que le enseñó la poderosa hechicera Ivet, la maga. Miedo, yo no soy valiente, por eso no te temo. Entonces abre los ojos que había cerrado en el instante de miedo, mira al oso y este se convierte en un conejo saltarín.
Paola decide saborear su triunfo mostrando al anciano lo que ha sido capaz de hacer, pero el hombre ya no está allí. Tan sólo cree vislumbrar, por un momento, los cuadros azules de su camisa que se pierden en la esquina de la siguiente calle.
Bueno no importa le irá a contar a papá que su imaginación se ocultó un rato pero ya apareció.