viernes, 26 de diciembre de 2008

LA ESCOBA VERTIGINOSA


Un momento, aquí hay un error. La escoba no era veloz. Sólo alcanzaba los ciento veinte kilómetros por hora en vuelo rasante, porque ¿volar alto?. Eso ni se les ocurra. La escoba lo que era realmente es vertigonosa. Tenía pánico a las alturas. Apenas Catalepsia, la bruja que era su dueña, intentaba remontarse a una altura mayor que la de un niño de siete años a la escoba le entraba un mareo horrible. Incluso en una ocasión las náuseas fueron tan fuertes que se le revolvieron todas las cerdas.
Catalepsia estaba horrorizada. Cada bruja tiene que hacer su propia escoba y entrenarla para el vuelo. Si la escoba no aprende es culpa de su dueña. En el Festival de Acrobacia Aérea que se celebra anualmente en Hechizolandia, cada bruja tiene que hacer demostraciones de habilidades en pleno vuelo. Y quién iba a reconocer habilidades volando a la altura de un perro con problemas en la columna.
Después de dos semanas de insultos, que no repetiremos aquí para no ofender los oídos de los lectores, la bruja decidió emplear un par de conjuros del Libro de Alta Brujería. Se encaramó sobre el escaparate por si la escoba corcoveaba o tiraba patadas, y desde allí dijo las palabras mágicas: "Ainadar, Ainadar, Bradasar, vas a volar". Tremendo lío. La escoba salió disparada a velocidades casi lumínicas a una altura de cincuenta centímetros del piso. No quedó silla de pie, pomo con tapa, ni cacerola que no se volcara. El gato negro, que tenía para la mala suerte, salió dejando tras de sí parte de los pelos de cola. Al volcarse la cacerola, donde se preparaba un maleficio que haría que Ricitos de Oro no pudiera tomar más sopa, se mezcló con otro ya hecho para provocar una plaga de cucarachas. Resultados, una plaga de cucarachas a dieta.
Cuando la escoba se cansó de arremeter contra todo lo que se encontraba a la altura de su vuelo, aterrizó tranquilamente detrás de la puerta. Catalepsia indignadísima, comenzó a repasar nuevamente el Libro de Alta Brujería para ver donde estaba el error. Las palabras estaban bien dichas, el tono fue el adecuado. ¿Dónde estaba el fallo?
¡Claro! El problema de la escoba no era volar, sino la altura. Dentro de las palabras mágicas dichas no estaba el lograr que subiese, sólo que volara. Y la escoba lo había hecho. Además logró velocidades que hasta ahora no alcanzaba. Catalepsia se sentó con calma sobre la mesa, todas las sillas quedaron destrozadas, se puso entre las piernas el libraco y siguió buscando. En la sección de Conjuros no encontró nada. Siguió para la de insultos y nada tampoco. Pasó por alto la parte de guía telefónica porque para qué, en esa parte del bosque las comunicaciones eran pésimas. Llegaba más rápido un mensaje enviado con la tortuga que una llamada por teléfono. ¡Ah! Aquí está. Sección de hechicerías, páginas moradas. Hechizo para el crecimiento de la nariz de Pinocho, hechizo para desrizar a Ricitos de Oro. Este otro era para que la abuelita le produjera indigestión al Lobo. Aquí, hechizo para volar alto.
"Tómese dos alas de murciélago, cuatro plumas de tiñosa, dos de pitirre (por aquello de que por mucho que el aura vuele siempre el pitirre la pica), polvos de dientes de dragón, si el dragón que tiene a mano es muy viejo pueden utilizarse polvos de su prótesis. Póngase a hervir a fuego intenso y cuando casi esté a punto añádale dos libras de aires estratosféricos".
Por suerte los ingredientes los tenía a mano. Bueno el aire era un poco añejo, regalo de Cantoya cuando viajó en su globo. La bruja dispuso todos los ingredientes y al cabo de media hora ya tenía la poción que la haría triunfar. Agripina y Gumersinda se morirían de envidia en el Festival de Acrobacia Aérea.
Por fin llegó el ansiado día. Todas las brujas y magos de Hechizolandia estaban en la gran Explanada Fangosa. El Festival comenzó con saltimbanquis, después jóvenes aprendices de hechiceros mostraron juegos de manos. Las futuras brujas iban de un lado a otro tratando de aprender los trucos de los mayores. Ya casi al anochecer se comenzó a preparar la actividad principal del día, los vuelos con acrobacias.
Catalepsia era la segunda en la demostración de habilidades. Mientras Agripina hacia sus piruetas en el aire, secretamente, untó su escoba con la poción mágica. La escoba comenzó un leve movimiento de ascenso. En ese momento se le ocurrió la gran idea. Mezclar la poción con las palabras mágicas. Se paró junto a su escoba, miró a todos con aire triunfal, y exclamó: "¡Ainadar, Ainadar, Bradasar, a volar!". La velocidad de la escoba hacia arriba fue tan grande que Catalepsia se quedó con la pierna derecha en el aire y el cuerpo echado para atrás, pero sin la escoba debajo. Esto provocó que cayera de espaldas, dándose tremendo golpe con el suelo, mientras la escoba que siempre padeció de vértigo se fue perdiendo de vista.
La vergüenza de la bruja fue enorme. Tuvo que marcharse de Hechizolandia, aunque en este momento nos han llegado noticias de que está siendo buscada. Quieren los habitantes que responda las demandas que han hecho los marcianos por la caída de un objeto volador no identificado sobre su planeta y que parece ser un ataque realizado desde el país de las brujas.